Hola queridis
Cuando escuchamos a Jenn Díaz decir que aún no se atreve a empezar discursos con «estimadis diputadis», Bel Olid explicando que ha escrito el libro Follem! en tercera persona para no utilizar términos binarios o el «work in progress» de Lucía Egaña, su Musea Arqueológica de Machismo Inmemorial (MAMI), sabemos que estamos en el buen camino. El buen camino como colectivo de comunicadoras feministas.
El fin de semana pasado asistimos al Crucrucru Primer Festival de Comunicación Feminista que organizaron las compañeras de L’Apòstrof en Can Batlló y que reunió un buen puñado de expertas jóvenes y veteranas, profesionales de la palabra oral y escrita, estudiantes y … algunas bebés que, ostras, ya pronto tendrán que empezar a plantearse como hablan.
Y para quedarnos con alguna idea (titular largo) nos quedaríamos precisamente con un mensaje que recorrió todo el espíritu super-feminista del día: la comunicación feminista es una práctica política y, como tal, no es cerrada. Es un proceso que provoca, choca, que desnaturaliza paradigmas anteriores para explorar otros nuevos. Estos nuevos paradigmas no son únicos, son tan diversos como los feminismos. Las discusiones sobre si desdoblar o no, sobre el grado de impacto que se debe crear para conseguir llegar a unos u otros públicos y otros dilemas que surgieron, sólo pueden confirmar que cada una tiene que hacer lo que le salga del – -. Siempre que quede claro el objetivo de de-construir el patriarcado a través de las palabras y las imágenes. Aquí nos encontramos todas.
Por cierto, gracias al Festival aprendimos un par de cositas interesantes. Sabías que:
– En el poema de Mio Cid ya habían desdoblamientos?
– La Oye Sherman mola mucho como monologuista?
– Se puede hacer un Festival de Comunicación Feminista y petarlo?
Adiós queridi.